A mi hijo

La lucha son jornadas intransferibles. Compromisos por un futuro incierto.
Pagarés a largo plazos... por cada hijo deseado.
Suben y bajan las probabilidades.
La lucha constante, permanece, los resultados ocultando.
Solamente creo, que porque Dios existe ¡Es que he llegado!
 
 

A mi hijo



 
 
 
 

Yo se, que en tu universo
Cuidadosamente existe;
Así como en mi llevo
la Fe puesta en Cristo.

Que soy tu padre, no lo niegas, 
Como bien que la vida fija;
Y en tus actos amor destilas
Como aroma de flores prolijas.

No importa lo que el alba señale
Como existencia feliz o maldita,
Solo entiendo tu amor de buen hijo,
Que en tus actos, silencioso, prodigas.

Se que sufres, si me castigan
Aunque el silencio no me lo diga,
Se que dulcemente duermes
Al saber que todavía tengo vida.

Y empapado en sudores tiritas
Pensando después de la pesadilla:
¡Qué negra ha sido la noche
Que no veías, si estaba en la silla!

Yo que te entiendo ¡hijo mío!
Bendigo lo bueno incomprendido.
porque es amor sano y frío,
Sin cálculos de frutos perdidos.

Y hoy impregnado de fallos tibios
En tan largas jornadas aprendidos,
Aprecio que la vida, al fin justa,
Me ha dado un muy buen hijo.

Por ello, no sufras frente al vacío
Que la materia hoy llena con delirio,
Porque el amor es la flor, es la tierra,
Es el aire, es la luz y el lo frío.

 

Jorge Julio Acuña

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