El ocaso

Inmensa de larga... ha sido la jornada ¿Cómo vivo después de tantas batallas?
Engaños y desengaños fueron de esta escuela la campana, de la verdad... poco a casi nada; y de todas las pestes... las peores enfermedades del alma.
Los éxitos materiales fueron el borrador de la pizarra.
Y ante la espera del micro, en su última parada; cargo mi equipaje.
¡¡¡Qué no pesa nada!!!
Pero lo que vale lo llevo aquí dentro, Él es toda mi toalla.

El ocaso

El ocaso va llegando...
Lenta y acaso con desgano,
Cual brizna tenue y delgada
Humedeciendo mi descanso.

Miro hacia atrás.. olvidado...
Entre tantos perfumes.... te hallo,
Juventud de fresas en los labios
Con la piel tersa en el tallo.

Olvido y presencia ha generado
El tiempo..., el reloj..., el pasado;
La tersura su fin ha anunciado
Y el sonido también a cesado.

Y yo... vieja estaca herrumbrada
Mojón imposible.... levantada, 
Del saber del todo, de la nada
Y de la luz de todas las mañanas.

Seca está la rama por brotes sacrificada, 
Cause seco sin agua derramada.
Cuenta el tiempo tu vida borracha
De fe... de valor... y de lágrimas

Y la cruz suprema acompaña
El espíritu de aquel que clama, 
Por la paz que no se halla
Y el ocaso que no se para.

Tu que eres mi madre ¡Levántate!
Tu que eres mi hijo, descansa...
Tu que eres mi amigo ¡Vuélvete!
Y el agua bendita alcanza.

Del hombre, el hombre no espere
El oasis de vida qu promete;
Todo es efímero... sin fe y se muere
Cual sueño que le mismo padece.

La flor nace, vive y perece,
El hombre vive y no aprende;
Y he aqui, en el ocaso sentado
Espero que Él, de mi se acuerde.

Puede que el ocaso también sea
El arma que daña e hiere;
Del amor, que todos pregonan
Y de que nadie... nada siente.

Jorge Julio Acuña

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